jueves, mayo 18, 2006


CARMEN RAMOS
Carretera al infierno
La autopista que nos prometieron como el camino más corto hacia el cielo acabará por llevar nuestros huesos a la tumba. Y si no al tiempo.
La Autovía del Noroeste, abreviando la A-6, esa carretera de superlujo que fue en su día ha perdido las cinco estrellas por el camino y todavía nadie ha sido capaz de encontrarlas. Quizás pocos se hayan afanado.
Poco tiempo le ha hecho falta a la vía más rápida entre La Coruña y Madrid para lucir más arrugas que una pasa y ponerse como una foca luciendo soberanas barrigas sumadas a importantes y numerosos parches y baches en el recorrido que la lleva desde las inmediaciones del Bierzo hasta más allá de Astorga.
Los años no pasan en balde y llegados a este punto no hay potingue antiarrugas que lo remedie. La cosa necesita ya de especialistas que tengan cierto manejo con el bisturí. De poco le van a valer los contactos con las famosillas de turno para tirar de listín telefónico de clínicas de estética. Esto ya no lo remedia ni la Corporación esa de la tele que hace más milagros que la Virgen de Lourdes (aunque algunas den más pena que gloria).
Clama al cielo que la autovía que desde hace años ha conseguido ponernos más cerca del pirulí esté en coma profundo desde hace meses y todavía estemos esperando al anestesista cuando la situación requiere ya más de una cura a pelo.
La A-6 ha dejado de ser una carretera para convertirse en un verdadero infierno para los miles de conductores que la atraviesan a diario, ya sea por obligación o por devoción.
Si está pensando en ponerse morao con un buen cocido y unas buenas mantecadas en Astorga o incluso llegarse a degustar un buen vino de Rueda es recomendable que invierta unos cuantos euros más en combustible y paciencia (y no en sellos, que la cosa está muy malita) para disfrutar de una nueva atracción sobre ruedas que con tanto salto se lo acabará poniendo difícil a la rana de cualquier charca. Si con suerte el osado conductor logra salvar todos los obstáculos sin salirse del habitáculo interior de su utilitario opta a premio seguro: cambio de ruedas en el taller más cercano. Todo por un módico precio.
La excitante experiencia no tiene nada que ver con el tren de la bruja y mucho menos es apta para todos los públicos. No estaría de más recomendar a Tráfico que al amplio abanico de señales que lucen en el recorrido incorpore también esquelas similares a las que aparecen en la cajetillas de tabaco para advertir de lo que le espera a todos los que se decidan a asumir el riesgo.
Es importante que los conductores no olviden incluir en el kit de seguridad de su vehículo un casco y unas rodilleras. Le va la salud en ello.
El mundo- la crónica

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